¿Quién soy? De niña no me importaba, de adolescente no me reconocía, de cuasi adulta me lo pregunto constantemente. En la pubertad estaba presente la pregunta. Hoy no es una duda pasajera: es verdadera y definitoria.

¿Quién soy? Soy alumna de la vida, y la materia de hoy es “la adultez”.  Solo el diálogo de una película es capaz de resumir semejante instante: “Todo lo que digo es que eres un adulto ahora…y lo difícil de ser adulto es que empieza antes de que siquiera te des cuenta de que comenzó, y te das cuenta de aquello cuando ya has hecho una docena de decisiones” (Leones por Corderos). Una decisión lo define todo. Día tras día uno decide y día tras día uno tropieza o sigue adelante. Mientras tanto, en el camino del aprendizaje, pasa la vida.

¿Quién soy? Hay ciertas cosas que puedo afirmar, ciertas cosas que jamás cambiarán. Soy paciente, soy charlatana, soy soñadora. Desde lo típico hasta lo delirante, mis sueños permanecen y guían mis ambiciones. No soy perfecta. No creo en la perfección de los demás y menos en la mía. Reconozco mis defectos, tanto como ser indecisa, tener baja autoestima o ser “buenuda”.

¿Quién soy? Soy amante del arte. No hay vuelta atrás en esto, no hay forma de negarlo, no hay manera de que me pidan que rechace mi gran amor. El cine me absorbe, la música me consume, los libros me enriquecen. Mi biblioteca es un tesoro, mis auriculares son de oro y Volver al Futuro es mi reliquia.

¿Quién soy? A veces creo saber la respuesta, a veces no. Es parte de mi falla. Otras veces me pregunto quién quiero ser, entonces se asoma mi virtud –o también mi defecto- y sueño. Sueño con las imágenes en movimiento y las palabras en versos y estrofas. Sueño con la sala llena y el pochoclo rebalsado. Sueño con la vuelta al mundo y el regreso a casa. Sueño con los sueños de los demás. Sueño con consolar e inspirar al otro. Sueño con la posibilidad.

Luego despierto y en el reflejo de la ventana veo quien soy. Recuerdo aquel sueño y comienzo a creer. A veces, con un poco de fe, todo es posible.